Durante una de las épocas más impactantes para el desarrollo económico, pero más destacadamente en el ámbito sociológico, el país de Sudáfrica se encontraba bajo una de las divisiones más importantes en su historia como una colonia de Inglaterra: la segregación racial.
Esta época no solo marcó un antes y un después en el avance del país, sino también en la forma en la que la gente se relacionaba con los demás, o mejor dicho, las formas en las que no se relacionaban entre sí.
El sentarse al lado de una persona de color como persona blanca ya, o vice versa, ya era suficiente motivo para una multa considerable o incluso el ir a prisión era una posibilidad muy tangible en base al tipo de crimen que un negro podría haber realizado.
De tal forma, la población sudafricana no solamente se encontraba atrapada dentro de las cuatro paredes que el odio, desprecio y subordinación que los colonialistas ingleses crearon, pero también dentro de su propia burbuja de lo que eran hechos pensar que era posible para ellos.
Recientemente terminé de leer una autobiografía del famoso comediante sudafricano, Trevor Noah. En ella, pinta vívidamente lo que fue la realidad tan cruda y cruel bajo el mundo pre-Mandela en Sudáfrica.
“We tell people to follow their dreams, but you can only dream of what you can imagine and, depending on where you come from, your imagination can be quite limited.”
“Le decimos a la gente que siga sus sueños, pero solo puedes soñar con lo que puedes imaginar y, dependiendo de dónde vengas, tu imaginación puede ser bastante limitada”.
De entre los cientos de maravillosas citas que tengo subrayadas en este libro, la que está plasmada arriba fue la que más impacto tuvo sobre mí tanto en el momento de leerla tanto como ahora, semanas después de haberla leído.
Pienso que como hispanos, no solo tenemos aún restos físicos y estructurales dentro de nuestras ciudades de la evidencia del colonialismo español, sino también restos psicológicos de lo que causó ese período en nuestra historia. Comportamientos que ahora consideramos culturales tales como el conformismo, trabajo excesivo, y hasta el uso de vergüenza para llegar a un fin. Esto se ve como el común decir de “hay que echarle ganas” o el “hay que aguantar”. Esto también se ve en nuestra pequeña obsesión con el percibir de los demás porque ¿qué va a decir la gente? Esto se ve también en el es lo que hay o el así es la vida.
Vivimos aún bajo las repercusiones de este período de alguna manera u otra y una de las más tristes es el auto-concepto tan bajo que sostenemos. No nos atrevemos a pensar más por el miedo a lo que esto implique. El sentimiento de culpa y el defraude a nuestra comunidad al lograr algo causa el desprecio a la vida del otro. Del mundo blanco. Y por consecuente cualquier logro que alcancemos bajo este previo.
“The hood is also a low-stress, comfortable life. All your mental energy goes to getting by, so you don’t have to ask yourself any of the big questions. Who am i? Who am I supposed to be? Am I doing enough? In the hood you can be a forty-year-old man living in your mom’s house asking people for money and it’s not looked down on. You never feel like a failure in the hood, because someone’s always worse off than you, and you don’t feel like you need to do more, because the biggest success isn’t that much higher than you, either. It allows you to exist in a state of suspended animation.”
Hola jovanna, me parece increíble como abordaste el tema, preciso pero sin dejar ambigüedades!!. Seria realmente interesante el compartir cómo ha cambiado tu perspectiva de la tecnología (AI) ahora que ha pasado este periodo de tiempo dentro de la universidad!!.